Foto: Paula Ribas / Télam

Entrevista con Glenn Alvin Postolski

Foto: Paula Ribas / Télam

“Las relaciones comunicacionales en la cultura de masas son constitutivamente desiguales, son los estados los responsables de intervenir con normas que habiliten la expresión de lo popular, de lo históricamente silenciado”.

(Postolski)

 

Álvaro Terán Albán

Comunicador Social por la Universidad Central del Ecuador. 

Investigador y maestrante en FLACSO.

Glenn Alvin Postolski (1966).-  Investigador y docente argentino, especializado en políticas de medios masivos y derecho a la comunicación. Es profesor titular de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y entre 2014 y 2018 se desempeñó como Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de esta casa de estudios. Postolski participó en la elaboración de los 21 puntos básicos por el derecho a la comunicación y fue uno de los gestores de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, aprobada en el 2009. Actualmente está a cargo de la Dirección General de Planificación Estratégica e Investigación de la Defensoría del Público de Argentina.

La entrevista abordó como tema central los cambios en las industrias culturales en el capitalismo de plataforma, el impacto de la globalización en la producción de sentidos y significados, la concentración de la propiedad mediática y digital en América Latina y sus efectos sobre la participación democrática. Además, se analizaron las posibilidades de acción y reflexión de la ciudadanía y la academia en un contexto de profundos desequilibrios y desigualdades sociales.

¿Cómo se reconfigura el sector de las industrias culturales en el capitalismo de plataformas o capitalismo cognitivo? ¿Qué tanto ha cambiado la noción de industrias culturales planteada por Theodor Adorno y Max Horkheimer en el actual contexto signado por la digitalización y la convergencia?

La construcción del polo emisor concentrado dueño de las estrategias para conquistar el mercado y por tanto las voluntades de los consumidores no varía. Cambian las interfaces, el régimen espectatorial y la modalidad de interacción. Otra vez vuelve la pregunta luego de la consolidación del programa digital absorbido por el capitalismo: ¿qué elegimos, bajo qué régimen de libertades, bajo qué oferta? Con la aparición de cada nueva tecnología aplicada a la industria cultural en la historia, internet tampoco fue un evento libertario, no se trató finalmente de la aparición de un mundo en el que el ciudadano recuperaba libertades postergadas por la industria cultural. 

La falacia de Internet con su planteo marketinero en torno a la interacción permanente de todos con todos se lo puede contrastar con la realidad evidente que siguen siendo los actores hegemónicos quienes concentran la centralidad del tráfico de los contenidos simbólicos. 

¿Cuál es el impacto de la globalización en las industrias culturales? 

Experimenta una multiplicación en la cadena de valor, liberadas las restricciones regulatorias que los estados le imponían a los servicios públicos analógicos con la expansión de la telefonía celular e internet. Los 5 grandes dominan el extraordinario negocio desterritorializado, los productores de contenido y los dueños de internet experimentan fusiones a escala supranacional. Los gobiernos, los estados y los ciudadanos son la expresión más vulnerable de esta modalidad de convergencia.

La creación de un público global profundiza la capacidad para formatear las perspectivas no sólo vinculadas a los bienes de consumo sino a la construcción de subjetividades y valores cada vez más enajenados de sus propias experiencias históricas y culturales. Esto genera consecuencias en el plano en la vida en común. Allí donde la modernidad había enmarcado en posiciones ideológicas de derecha o izquierda, potenciada hasta el paroxismo por la industria cultural en los años de la “guerra fría” hoy es reconceptualizada bajo etiquetas que uniforman y no permiten ver sus diferencias cualitativas. A inicio del siglo se impuso como populismo a todo aquello que no seguía las matrices establecidas, hoy se reformula bajo la noción de las autocracias.  

A finales del milenio pasado, una reveladora investigación de Herman y McChesney (1999), mostraba que 10 compañías y grupos transnacionales (predominantemente anglosajones), controlaban la producción, distribución y consumo de bienes culturales/comunicacionales en todo el mundo. En la segunda década de este nuevo milenio, la hegemonía de los monopolios mediáticos no solo que se mantiene, sino que parece fortalecerse. ¿De qué forma la convergencia de industrias culturales, plataformas, propiedades y modos de administración pueden condicionar la pluralidad de contenidos e información? 

Hay una relación inversamente proporcional entre la concentración de la propiedad y la pluralidad de contenidos. Todos los sistemas regulatorios, desde los principios de la radiodifusión hasta la expresión más concentrada de la convergencia tecnológica, que intentaron intervenir ante la desigualdad manifiesta entre propietarios de medios y audiencias lo hicieron con el propósito de reacomodar las relaciones de fuerza entre ambos actores. Las relaciones comunicacionales en la cultura de masas son constitutivamente desiguales, son los estados los responsables de intervenir con normas que habiliten la expresión de lo popular, de lo históricamente silenciado.

Hoy las producciones de los contenidos locales están mediadas por la capacidad de distribución concentrada del mercado internacional. La aparición de las OTT al estilo Netflix o Amazon definieron nuevas escalas de mercado e interactúan con los campeones nacionales estableciendo formatos y formas de circulación y consumo definidos por su poder asimétrico. Esto implica una situación cualitativamente más compleja. Los alcances profundos de estos condicionamientos recién estamos comenzando a conocerlos o evaluarlos, conflictos como el derivado de la alteración de la soberanía territorial en diversas producciones de serie sobre Vietnam dan cuenta que estamos visualizando solo la punta de un iceberg que puede generar impactos profundos. 

La reconstrucción de la legitimidad de los estados para intervenir en la promoción y fomento de contenidos que vaya en línea con la excepción cultural y que piense a los bienes simbólicos en términos de derechos humanos aparece como un desafío de la época.    

Las relaciones asimétricas de poder se extienden hacia las nuevas industrias culturales. En estos espacios, las desigualdades parecen no desaparecer, sino fortalecerse. ¿De qué manera la ciudadanía subalternizada podría incidir en el diseño de políticas públicas, proyectos, agendas, trabajos, y modos de relacionamiento y construcción colectiva?

Los conceptos de acceso y participación son centrales en la historia de la radiodifusión en latinoamérica. Lo subalterno expresa lo heterogéneo, lo que aquellos sectores sociales y culturales desplazados de la producción formalizada y sistemática de textos, nunca pudieron construir. Y esas voces anduvieron en la historia solo haciendo apariciones espasmódicas que se hicieron escuchar en determinados momentos de nuestra historia. 

Acceder al conjunto de la oferta cultural es un hecho que está restringido por la peor forma de discriminación, que es la económica: no todos, por no decir la mayoría, pueden ver fútbol por televisión, no todos acceden a la programación de las señales de cable, no todos acceden a la oferta premiun de las plataformas de streaming, etc, etc. En el caso argentino, la participación tuvo un salto cualitativo en la experiencia vivida en torno a la sanción de la Ley e Servicios de Comunicación Audiovisual del año 2009. Esta norma habilitó tanto en sus consejos y en su autoridad de aplicación la inclusión de los sectores desplazados del modelo cultural de la producción maistream; además de habilitar el tercer sector sin fines de lucro, los pueblos originarios, las univesidades como prestadores de servicios de radiodifusión. 

El retroceso que se dio a partir de los decretos de necesidad y urgencia sancionados bajo la administración del ex presidente Mauricio Macri en el período 2015/19 nos muestra la tensión permanente en la lucha entre quienes concentran el poder de emisión y sus alianzas con sectores de poder político y judicial. Pero como describen las experiencias de la militancia feminista y poéticamente lo define García Linera, son oleadas de luchas y conquista, en las cuales cada etapa sedimenta un avance que debe permitir llegar a nuevas conquistas.  

Las nuevas plataformas y los modos subversivos de convergencia han modificado los intercambios lingüísticos entre agentes sociales. ¿Cómo se configura el lenguaje y los códigos en las modernas industrias culturales?

Si algo hizo renacer al capitalismo en cada fase de crisis fue su capacidad de incorporar las experiencias que en origen fueron disruptivas. Ese poder de aborción de las anomalías en los modelos predominantes del intercambio social o en los sistemas hegemónicos de producción y consumo cultural son hoy una experiencia viva. 

Las convergencias y adaptabilidades obligan a repensar la relación local-global. Sin embargo, las desigualdades económicas y los desequilibrios de acceso a nuevas tecnologías imponen francas barreras de consumo cultural. ¿La academia está a la altura de reflexionar sobre esta crisis infocomunicacional?

La academia estuvo a la altura ya cuando los estudios culturales de la mano de Jesús Martín Barbero advertían con los conceptos de mediaciones y reconocimientos, los usos sociales y culturales, y los procesos de interacción entre lo popular y lo masivo. García Canclini supo dar cuenta de las experiencias latinoamericanas de la hibridación cultural, donde se ponía en diálogo la vida y la supervivencia material localizada con el consumo globalizado, ofreciendo resultados de sujeción pero también de resignificación de sentidos y experiencias sociales. Aníbal Ford señalo claramente las diferentes brechas que anteceden a la llamada brecha digital. 

Hoy, el mundo digital y la velocidad de la circulación y el consumo de bienes culturales nos imponen el desafío cada vez más urgente, por el tamaño de los poderosos operadores de lo técnico-cultural, de encontrar también en forma globalizada regulaciones que pongan en su lugar a los pueblos y sus derechos a una comunicación democrática e igualitaria.  

 

“Boa parte dos grupos de mídia no Brasil se alinha em primeiro lugar com a lógica rentista e o fluxo transnacional de capital”

Vitória do Syriza na Grécia, com “Mercadblro” temendo pelo não cumprimento dos acordos e pagamentos frente à “crise” instalada na Europa; e medidas econômicas em prol deste mesmo “Mercado” no Brasil. 2015 começou com a economia marcando espaço importante nas pautas jornalísticas. Mas até que ponto sabemos quem é quem em meio a matérias sobre aumento de taxas de juros, superávit primário, dívida externa, austeridade, etc.?

Para nos ajudar a decifrar um pouco do porquê somos tão desinformados pela grande mídia e da participação da informação na fase financeiro do sistema capitalista, o Portal EPTIC entrevistou o coordenador do Núcleo Interdisciplinar de Estudos da Globalização Transnacional e da Cultura do Capitalismo (NIEG-CEPOS), Bruno Lima Rocha.

Bruno é doutor e mestre em Ciência Política pela Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS) e graduado em jornalismo pela Universidade Federal do Rio de Janeiro. É também editor do site Estratégia & Análise, onde podem ser encontrados textos, artigos acadêmicos e entrevistas. Atualmente, leciona em cursos de Relações Internacionais, Ciência Política e Jornalismo na ESPM-Sul, Unifin e Unisinos, todas no Rio Grande do Sul, além de ocupar a diretoria de relações sociais na atual diretoria do capítulo Brasil da União Latina de Economia Política da Informação, da Comunicação e da Cultura (ULEPICC-BR).

Portal EPTIC – Você é coordenador de um núcleo de estudos que parte da importância da informação para o atual estágio do sistema capitalista, em sua forma financeira. Pode nos explicar esta relação?

Bruno Lima Rocha – No congresso mundial da IAMCR, em nosso grupo de Economia Política da Comunicação, nas duas edições em que me fiz presente (Istambul 2011 e Durban 2012), a relação entre mídia especializada em “economia”, circulação acelerada da informação e a forma financeira do capital formava um consenso. Se formos observar a circulação de dados através de satélites e a capacidade de compensação bancária através do Sistema Swift e do BIS (Banco da Basileia) já vamos observar esta capacidade sendo gestada no início dos anos 1970. Como o BIS compensa e opera 99% das relações interbancárias sem passar pela intermediação de nenhum Estado soberano (apenas os dígitos e registros são declarados), podemos afirmar que há uma relação de semi-autonomia – na rubrica da circulação do capital financeiro – entre as pessoas jurídicas que operam estas redes. Há a subordinação sim aos Estados líderes, como a relação umbilical entre a vigilância dos EUA e a absorção de dados através de códigos e palavras-chave na internet. Mas, dentro das relações econômicas e financeiras, podemos afirmar sem dúvida que a velocidade da informação acelera a capacidade transacional entre as instituições que operam no circuito financeiro de negociarem para além de qualquer capacidade de regulação das autoridades estatais indicadas para tal função.

EPTIC – O NIEG lançou um livro há um ano em que o título traz “a farsa com o nome de crise”, uma descrição que perpassa o entendimento da esquerda radical sobre os ciclos capitalistas, que necessitaria de uma crise para se reestruturar. Por que no caso da iniciada em 2007 nos EUA e passando à Europa logo em seguida vocês preferem não chamar de crise?

BLR – Primeiro, gostaria de observar que nem toda esquerda radicalizada (ou seja, as correntes que entendem a relação entre classes como conflito e que intentam criar, ou ajudar a criar, novas formas de relações sociais) assume a teoria das crises cíclicas. Mais, ainda quem absorve a tese das crises cíclicas – e logo as políticas anticíclicas – compreende que este sistema não se desmonta por crises geradas em seu interior e sim pode ser enfraquecido pela organização das bases das sociedades atingidas por estas “crises”. Não afirmamos a crise, pois a entendemos como farsa, uma vez que quando há informação perfeita dos agentes-chave não pode haver aleatoriedade e sim comportamento de manada forçosamente gerado pelos maiores interessados. A reestrutura gerada pela “crise” é simplesmente a receita do “austericídio” e a necessidade (imposta) de garantir margens asiáticas de ganhos. No Fórum Econômico de Davos em 2015 ficou constatado que os 1% mais ricos do planeta controlam maior fluxo e acumulação de riquezas do que o restante do planeta junto. Não afirmamos crise e sim farsa, pois os poderes de “regulação” e os agentes financeiros – cujos executivos transitam entre as esferas política, econômica e ideológica – tinham informação perfeita do que ocorria dentro do sistema hipotecário dos EUA. Logo, houve uma farsa diante da não-aleatoriedade.

EPTIC – Falando em crise, este foi um dos temas da campanha presidencial brasileira. Lá atrás, o ex-presidente Lula disse que ela seria para nós uma “marolinha”. 7 anos depois, com a economia mundial ainda estagnada, pode-se dizer que realmente só foi uma marolinha para o Brasil? Se houve efeitos aqui, quais foram?

BLR – Os efeitos no Brasil podem ser observados no chamado esgotamento do modelo de partilha, entre a garantia dos ganhos do capital financeiro (cuja lógica rentista é a grande vitoriosa no chamado 3º turno das eleições no Brasil) e uma espécie de tímido keynesianismo tardio. Diante da recessão europeia e da frágil recuperação da economia dos EUA e mesmo na desaceleração da economia chinesa (cujo tamanho é tão absurdo que quando há crescimento de 7 pontos parece ao mundo que a expansão capitalista na China está “devagar”), o Brasil não foi mal em suas políticas anticrise ou anticíclicas. Os efeitos são sentidos na diminuição do crescimento econômico e na rendição ao capital financeiro já no início do 2º mandato da presidenta Dilma Rousseff. Realmente, o Estado brasileiro não aguentaria o financiamento da expansão interna sem uma poupança à altura e, logo, sem entrar no montante dos mais de 40% do compromisso do orçamento federal para rolagem da dívida odiosa (este é um conceito, uma dívida duvidosa que atravessa a capacidade cotidiana de exercícios de direitos básicos e da função do Estado, como sustentar o Sistema SUS), o modelo se veria esgotado. Estamos muito dependentes da economia chinesa, tal e como a maioria dos países do Continente, e precisaríamos urgentemente de aumento da poupança interna para dar conta da expansão da economia aqui existente e atender as funções básicas desta limitada democracia liberal.

EPTIC – Ainda sobre as eleições, tivemos um embate marcante na TV aberta: a entrevista do Bom Dia Brasil com a presidenta Dilma Rousseff com a participação da comentarista econômica Miriam Leitão, com direito a correção do telejornal após a exibição. Esta foi uma eleição em que os comentaristas econômicos globais (incluindo aí o Sardenberg) expuseram mais seus pontos de partida ideológicos de produção?

BLR – Sim. Eu diria que, na verdade, isto foi notado, pois nossas pesquisas indicam que há esta exposição ideológica dentro de um paradigma neoclássico vulgar – também chamado de neoliberal – além de uma vontade infinita de coagir a soberania popular (já ínfima na definição do voto) diante de um discurso tecnicista sempre a ocultar as premissas neoliberais. O acirramento que houve no final do 1º turno e ao longo de todo o 2º turno para eleições presidenciais decorre da estratégia de campanha do lulismo, que faz sempre o apelo de classe quando vê o páreo apertado, e a consequente opção por um debate onde o Estado Nacional seria o único vetor possível de desenvolvimento capitalista menos injusto. Isto acirrou a contraposição dos meios hegemônicos, o que culminou na capa de Veja em edição antecipada na semana das eleições e o escrache contra a sede do grupo controlador da publicação na véspera do pleito. Se formos observar o tema da relação orgânica entre Estado e empresa capitalista, estamos relendo os fundamentos da crítica da economia política, logo, teríamos de condenar esta relação execrável que garante o caráter de classe de todo e qualquer Estado para com sua elite dirigente, fração (frações) de classe privilegiadas no acesso aos recursos coletivos, evidenciando também o acesso desigual aos recursos de poder e de empreendimento.

EPTIC – Por fim, poderia falar sobre a relação dos grandes grupos midiáticos brasileiros com o capital financeiro, se é que há alguma, que possa justificar a defesa de prática de modelos econômicos mais neoliberais que os dos últimos governos, mesmo partindo de um setor econômico cuja liberdade de atuação é quase que infinita?

BLR – Há duas dimensões neste sentido. Há presença de porcentagem de controle acionário por parte de fundos de investimento de risco (hedge funds, fondos buitres), mas o ataque ao aparelho de Estado e a diminuição da capacidade de intervenção dentro do modelo cepalino [desenvolvimentista por substituição das importações], estruturalista e cujo ápice na América Latina foi o Estado Nacional-Desenvolvimentista, já vem desde a segunda metade da década de 1980, reforçado após a queda do Muro de Berlim e do lamentável Consenso de Washington. Ou seja, não é porque as empresas de mídia estão com presença acionária de fundos duvidosos que seus colunistas e a linha editorial faz aberta pregação neoliberal. A ideologia não está diretamente vinculada às condições materiais de existência e a ideia de modernização da sociedade brasileira sempre foi uma mímica de sociedades ocidentais europeias ou europeizadas. Existe um sentido de crença dogmático na suposta racionalidade dos agentes de mercado, na retração destes diante de ambientes pouco convidativos aos investimentos e da defesa de que pouca regulação implica em garantia de liberdades fundamentais. Do ponto de vista da geografia econômica básica e do Sistema Internacional os pressupostos acima são simplesmente absurdos, formando uma perigosa fantasia voltada para converter sociedades em indivíduos atomizados e mão de obra precária no fluxo do pós-fordismo mais cruel. Como o tema é hermeticamente vedado à capacidade de compreensão da população e as garantias jurídicas para a crueldade – a meu ver beirando a sociopatia – dos investidores-especuladores em escala mundo nos leva a crer que não há alternativa, logo a diminuição da capacidade de intervenção do Poder Executivo na economia nacional é uma bandeira permanente dos grupos e setores de classe que querem o Estado para si, suas crenças e seus interesses diretos. Há que ressaltar que o modelo de desenvolvimento a todo custo tampouco é justo e faz do Executivo a antessala dos capitais que operam no Brasil. Um bom exemplo disso são as hidrelétricas de Juruá e Belo Monte e o desastre socioambiental destas decorrentes. Enfim, trata-se de dois embates simultâneos. Um, cotidiano, se dá entre os grupos de mídia aliados aos especuladores financeiros comandados no Brasil pelos bancos de correntistas (basta observar o titular do Ministério da Fazenda indicado no 3º turno para acalmar “os mercados”) e, de outro lado, todos os que compartilham da crítica ao neoliberalismo, sendo estes tanto keynesianos como autogestionários. O segundo embate se dá dentro do campo da crítica à economia política capitalista, quando a maior parte das escolas não rompe com o capitalismo em nenhuma circunstância (por exemplo, como o NEP leninista e suas tenebrosas consequências) e por isso mesmo se defronta contra grupos e movimentos em defesa dos interesses coletivos dos atingidos por esta expansão capitalista a todo e qualquer custo. Aí, neste segundo caso, os grupos de mídia se aliam aos capitais empreendedores e criminalizam o protesto social. De um modo geral, boa parte dos grupos de mídia no Brasil em suas editorias especializadas se alinha em primeiro lugar com a lógica rentista e o fluxo transnacional de capital. Mas, dentro do campo dos que são contra o neoliberalismo temos embates tão duros quanto os que ocorrem na crítica ao capital financeiro e seus porta-vozes oficiosos dos grupos de mídia.

A Dimensão crítica da EPC e sua luta epistemológica

Cesar Bolaño
Possui graduação em Comunicação Social Com Habilitação Em Jornalismo pela Universidade de São Paulo (1979), mestrado em Ciência Econômica pela Universidade Estadual de Campinas (1986) e doutorado em Ciência Econômica pela Universidade Estadual de Campinas (1993). Foi o fundador da Rede EPTIC, o primeiro presidente da União Latina de Economia Política da Informação, da Comunicação e da Cultura e presidente da Associación latinoamerica de los investigadores de la Comunicación – ALAIC. Atualmente é professor associado IV da Universidade Federal de Sergipe e diretor da Revista Eptic online.

Por Alain Herscovici